5 sorprendentes inventos para enfriar el planeta

Si el calentamiento global tiene un origen humano, -eso que se ha convenido en llamar cambio climático
antropogénico-, por suerte también nosotros podemos ayudar a ralentizarlo, detenerlo e idealmente
revertirlo.
¿Pero, cómo hacerlo? Además de las conocidas propuestas que persiguen la tan traída y llevada transición
a una sociedad baja en carbono, la tecnología orientada a enfriar el planeta puede hacer una gran diferencia. 

Las aportaciones tecnológicas puede suponer una pequeña o gran ayuda, todo depende de cómo resulten y
de lo que nos depare el futuro. Y es que en cuestión de innovaciones, los inventos que están por probar y
por venir son una gran incógnita, tanto para lo bueno como para lo malo. 

¿Contaremos con tecnología capaz de enfriar el planeta? Es la pregunta del millón y, como tal,
hoy por hoy sin respuesta. Sea como fuere, no cabe duda de que las propuestas no faltan.
Algunas son locas y otras muy locas, pero pero ser inesperadas y sorprendentes hasta decir basta no
significa que no puedan ser la mar de efectivas. 

1. Un aerosol de calcita

Un aerosol de base antiácido, concretamente de calcita, sería permitiría bloquear el sol tanto para proteger
la capa de ozono y, por otro lado, lograr neutralizar la acidez perjudicial debido a la contaminación.

Es la propuesta de geoingenieros de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas (SEAS) de la Universidad
de Harvard, quienes sugieren usar este componente de la piedra caliza como un agente enfriador una vez
inyectado en la atmósfera. Su efecto, afirman en un artículo que se publica en “Proceedings of the National
Academy of Sciences”, sería suficientemente eficaz como para neutralizar el calentamiento global. 

Así de complicado y de sencillo: una especie de aerosol que nos librara del daño a la capa de ozono y del
calentamiento global. Sobre el papel puede parecer muy sencillo, pero a bote pronto surgen muchas
preguntas. Por ejemplo, si no se ha hecho ya, habría que estudiar los efectos colaterales y modos de
aplicación.

2. Erupciones volcánicas

El científico Paul Crutzen y su equipo proponen inyectar de forma periódica dióxido de azufre en la estratosfera, justo donde no pudiera afectar a nuestra salud, supuestamente, con el fin de refrigerar el planeta.

La idea surge del efecto provocado por el volcán Pinatubo, en Filipinas (1991), cuya erupción introdujo en la estratosfera 20 millones de toneladas de este óxido, evitando que parte de la energía solar llegara al planeta y, por lo tanto, disminuyendo su temperatura media. 

La intención sería inyectar grandes cantidades de dióxido de azufre mediante globos en la estratosfera (a una distancia de unos 30 km) para lograr un efecto refrigerante que según sus creadores sería inmediato. 

Básicamente, gracias al efecto protector creado con respecto a los rayos solares, al modo de una especie de sombrilla que bajaría las temperaturas promedio entre uno y dos grados centígrados. Sin embargo, la reducción de emisiones tardaría décadas y el coste del invento hoy lo convierte en inviable. 

3. Un escudo de hielo

Utilizar glaciares artificiales para mantener las ciudades más frescas en verano es la solución que podría ser útil para la creación de parques en los que la población pueda refrescarse en los meses de calor o simplemente situarse cerca de las ciudades para que sus temperaturas estivales sean más llevaderas. Sobre todo, teniendo en cuenta las olas de calor que van a multiplicarse, formando parte de los cada vez más frecuentes e intensos eventos extremos. 

Son grandes bloques de hielo de varios metros de espesor que se derretirían lentamente durante todo el verano, refrescando el entorno. La idea es construir escudos de hielo artificiales que se producen de forma natural en los climas fríos. 

4. Regar las nubes

Los científicos británicos John Latham y Stephen Salter proponen regar las nubes con agua de mar a través de unas infraestructuras diseñadas sobre unos barcos fantasmas que surcarían los mares de forma constante para aumentar la cantidad de luz salar que las nubes envían de nuevo al espacio. 

Se trata de una idea muy complicada, que requeriría conducir catamaranes guiados por satélite, en los que se instalarían unos gigantescos cilindros giratorios que actuarían como aspersores. Además, tampoco se puede conocer su efectividad real. 

5. Dirigibles que pulverizan azufre

El uso de dirigibles para controlar la intensidad de los rayos solares sobre la Tierra, por contra, es un método mucho más económico, lo que no significa que resulte un gasto millonario. La idea es usar dirigibles para aumentar las cantidades necesarias de azufre con la consabida finalidad.

La investigación que estudia dicha posibilidad se hizo a iniciativa de la Universidad de Calgary, en Canadá, y su líder, David Keith, geoingeniero de Harvard, ha recibido fondos de la fundación de Bill Gates. 

Sean o no eficaces, lo cierto es que nunca serán la mejor solución. Salvo que consigan la cuadratura del círculo, cosa harto improbable, es interesante recordar que por mucho que nos ayude la geoingeniería, recurrir a ella no deja de ser un parche. 

Solucionar el problema requiere, como es bien sabido, atacar de raíz las causas que lo ocasionan. En otras palabras, estas posibles soluciones no deberían disuadir a los gobiernos, empresas y ciudadanos a dejar de controlar las emisiones. 

Aplicado al cambio climático, lo suyo sería hacer lo que ya se prevé en el Acuerdo climático de París, si bien falta lo más importante: ir cumpliéndolo y a su vez dotándolo de contenido para avanzar hacia la sociedad baja en carbono. Aún así, toda ayuda es poca, siempre y cuando no sea peor el remedio…