Economía circular: principios
Huyendo del modelo económico lineal fabricar – usar – tirar nos encontramos el concepto de economía circular, restaurativa y regenerativa a propósito, y que trata de que los productos, componentes y materiales mantengan su utilidad y valor máximos en todo momento, distinguiendo entre ciclos técnicos y biológicos.
Por tanto, se concibe como un ciclo de desarrollo positivo continuo que preserva y mejora el capital natural, optimiza los rendimientos de los recursos y minimiza los riesgos del sistema al gestionar reservas finitas y flujos renovables. La economía circular funciona de forma ecoeficaz en todas las escalas.
Este modelo económico trata en definitiva de desvincular el desarrollo económico global del consumo de recursos finitos
Las grandes escuelas de pensamiento relacionadas con la economía circular surgieron en los años 70, pero no cobraron prominencia hasta la década de los 90. Como ejemplos, podemos destacar la economía de servicios, la filosofía de diseño sostenible cradle to cradle, la biomímesis, la ecología industrial, el capitalismo natural, y el enfoque de sistemas de la economía azul.
Podemos decir que la economía circular descansa sobre 3 principios:
1) Preservar y mejorar el capital natural controlando reservas finitas y equilibrando los flujos de recursos renovables
Esto comienza desmaterializando la utilidad, ofreciendo utilidad de forma virtual cuando es óptima. Cuando se necesitan recursos, el sistema circular los selecciona de forma sensata y elige tecnologías y procesos que utilizan recursos renovables o de mayor rendimiento, cuando es posible.
Una economía circular mejora también el capital natural alentando los flujos de nutrientes dentro del sistema y generando las condiciones para la regeneración, por ejemplo, del suelo.
2) Optimizar los rendimientos de los recursos distribuyendo productos, componentes y materias con su utilidad máxima
Esto implica diseñar para refabricar, reacondicionar y reciclar para mantener los componentes técnicos y materias circulando y contribuyendo a la economía. Los sistemas circulares utilizan bucles internos más estrechos (por ejemplo, mantenimiento en lugar de reciclaje) cuando resulta posible, preservando así más energía implícita y otro valor.
Estos sistemas maximizan también el número de ciclos consecutivos y el tiempo empleado en cada ciclo, aumentado la vida útil de los productos y optimizando la reutilización. A su vez, el consumo colaborativo incrementa la utilización de los productos.
Los sistemas circulares promueven también que los nutrientes biológicos vuelvan e entrar en la biosfera de forma segura para que la descomposición resulte en materias más valiosas para un nuevo ciclo.
En el ciclo biológico, los productos se diseñan deliberadamente para ser consumidos o metabolizados por la economía y regenerar el valor del nuevo recurso. En el caso de las materias biológicas, la esencia de la creación de valor consiste en la oportunidad de extraer valor adicional de productos y materias mediante su paso en cascada por otras aplicaciones. Al igual que en todo sistema lineal, buscar un mayor rendimiento a todos estos niveles resulta útil y requiere continuas mejoras del sistema.
Sin embargo, a diferencia de un sistema lineal, un sistema circular no pone en peligro la ecoeficacia
3) Promover la ecoeficacia de los sistemas detectando y eliminando del diseño los factores externos negativos
Implica reducir los daños en sistemas y ámbitos como la alimentación, la movilidad, los centros de acogida, la educación, la sanidad y el ocio, y gestionar factores externos como el uso del suelo y la contaminación acústica, del aire y del agua o el vertido de sustancias tóxicas.
Si bien los principios descritos anteriormente actúan como principios de actuación, lo habitual y recomendable es el paradigma de la economía circular sea adaptado y hecho suyo en cada organización o entidad que la adopte.
Comentarios
Publicar un comentario
Me gustaría mucho saber tu opinión sobre esta publicación. Gracias!