Biomímesis: una alternativa para el Homo Industrialis
En pocas palabras, llamamos biomímesis ó biomimetismo a la emulación consciente del ingenio de la vida, o la innovación inspirada en la naturaleza. Conocimos este planeamiento de la mano de Janine Benyus y desde hace un tiempo encontramos cada vez más ejemplos de su aplicación.
En una sociedad acostumbrada a dominar o mejorar la naturaleza, esta imitación respetuosa constituye en enfoque radicalmente nuevo, una revolución de hecho. A diferencia de la revolución industrial, sin embargo, la revolución biomimética inagura una era basada no en lo que podemos extraer de la naturaleza, sino en lo que podemos aprender de ella.
Pero antes unas definiciones que centrarán perfectamente este concepto, cuya etimología procede del griego con bios (vida) y mímesis (imitación):
- La naturaleza como modelo: La biomímesis es una nueva ciencia que estudia los modelos de la naturaleza para imitar o inspirarse en los diseños y procesos biológicos para resolver problemas humanos.
- La naturaleza como medida: La biomímesis se vale de un estándar ecológico para juzgar la corrección de nuestras innovaciones. Después de miles de millones de años de evolución , la naturaleza ha descubierto lo que funciona, lo que es apropiado y lo que perdura.
- La naturaleza como mentor: La biomímesis es una nueva manera de contemplar y valorar la naturaleza. Inicia una era basada no en lo que podemos extraer del mundo natural, sino en lo que éste puede enseñarnos.
La imitación de la naturaleza tiene el potencial de cambiar nuestra manera de obtener alimento, materiales y energía, de curarnos, de almacenar información y de comerciar
En un mundo biomimético, produciríamos como los animales y las plantas, empleando la energía solar y compuestos simples para fabricar fibras totalmente biodegradables, materiales cerámicos, plásticos y productos químicos. Nuestras explotaciones agrícolas, inspiradas en las praderas, se autoabonarían y serían resistentes a las plagas. A la hora de encontrar nuevos medicamentos o cultivos, consultaríamos a los animales que durante millones de años han empleado las plantas para mantenerse sanos y bien nutridos. Hasta las computadoras imitarían a la naturaleza, con un software cuyas soluciones evolucionan y un hardware que aplica el paradigma de llave y cerradura para computar por contacto.
En cada caso, el mundo natural proporciona modelos: células fotovoltaicas que copian las hojas, fibras que imitan las telas de araña, cerámicas irrompibles derivadas de la madreperla, curas del cáncer gracias a los chimpancés, granos perennes inspirados en las gramíneas pratenses, computadoras que funcionan como las células, y una economía de bucles cerrados que aprende de los bosques de secuoyas, los arrecifes de coral y los bosques de nogales.
La biomímesis está descubriendo lo que funciona en el mundo natural, y cosa aún más importante, lo que dura. Después de 3.800 millones de años de investigación y desarrollo, los fracasos han quedado fosilizados y lo que nos rodea es el secreto de la supervivencia. Cuanto más se parezca nuestro mundo al mundo natural, más probable es que seamos aceptados.
Constatamos que todas las culturas nativas que han sobrevivido sin malograr sus moradas han reconocido que la naturaleza funciona de manera óptima, y han tenido la humildad de dejarse guiar por los animales y la vegetación de su alrededor. Quizás el Homo Industrialis, tras alcanzar los límites de la tolerancia de la naturaleza, esté mirando las señales de nuestro entorno para conseguir llevar una vida saludable y sostenible en la Tierra.
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