YO, ANIMAL HUMANO, PIDO PERDÓN

YO, ANIMAL HUMANO, PIDO PERDÓN: Existen organizaciones que se definen como entidades de ayuda al animal no-humano.
 Claro: queremos creer que existe algo así como un Reino Humano (además del Vegetal y el Mineral); pero no hay tal cuarto Reino: pertenecemos al Reino Animal (lo cual, si se lo comprende, es un honor). Desde allí, quisiera hoy decir esto:
Yo, animal humano, en mi nombre y en el de quienes sientan como yo, y de aquéllos que AÚN NO SE DAN CUENTA DE LO QUE HACEN, pido perdón a mis compañeros, animales no-humanos…
  • A los que asesinamos a sangre fría y a corazón ausente bajo el nombre de “cacería deportiva”, y que de deportivo tiene tanto como el fusilamiento de poetas…
  • A los que son confinados a zoológicos, acuarios, y circos, para complacer nuestra curiosidad y nuestras “ganas de diversión”…
  • A los que son exterminados para extraerles su piel, su marfil, sus perlas, sus cabezas como trofeo… para satisfacer nuestra necia vanidad.
  • A los que usamos como juguetes preciosos cuando la gente nos vea, y luego dejamos abandonados en la ruta cuando nos resulten incómodos y nadie nos vea.
  • A los que privamos de su hábitat talando bosques, inundando selvas, derritiendo glaciares, creando minas a cielo abierto, contaminando ríos y mares, impunemente y pensando sólo en el beneficio económico.
  • A los que, viviendo abandonados, exterminamos en falsos Centros de Zoonosis que son verdaderos Campos de Concentración para animales de la calle.
  • A los que, estando bajo nuestro cuidado, dejamos que se procreen “como la Naturaleza lo manda”, sin pensar que no viven en medio de la Naturaleza, y que buena parte de sus crías terminará en la desprotección más absoluta, la enfermedad y la muerte.
  • A los que son torturados en laboratorios para experimentar en ellos con los cosméticos y sustancias que usaremos sin conciencia (siendo estos procedimientos totalmente prescindibles).
  • A los que hacinamos apretadamente para que quepan en el menor espacio con máximo rendimiento, y así extraerles carne, huevos, leche, cuero… matándolos luego de las maneras más crueles como si no fueran pasibles de sufrimiento…
  • A los que abandonamos en su vejez luego de haberles exprimido su leche o sus huevos, pues “ya no sirven más” (adónde va la vaca de la que hemos tomado leche cuando ya no es ordeñable?)…
  • A los que sometemos a violencia para “recreación de nuestras tradiciones” (retrógradas y brutalmente conservadas), mediante sangrientas corridas de toros, dolorosas “jineteadas” o domas de potro, espantosas riñas de gallos, desesperantes peleas de perros por apuestas…
  • A los que explotamos para divertimentos elegantes tales como las carreras de caballos o de galgos (¿sabías que un caballo en condiciones normales vive unos 20 años, y un caballo de carrera no más de 6?)…
  • A los que son usados como “animal de trabajo” sin cuidado alguno y sin compasión, hasta desfallecer para ser reemplazado por otro (como los caballos de tiro)…
  • A los que, en casa, tratamos como si fuera un mueble, dejándolos encerrados, sin afecto, sin agua, sin cuidados, “porque es SÓLO un perro/un gato”…
  • A los que, siendo silvestres, nos complacemos de tener domésticamente encerrados (como los pájaros en jaula) siendo su verdadera esencia la más pura libertad…
  • A las hembras de raza (perras, gatas…) que se las tiene sólo para su explotación económica, obligándolas a parir a repetición para la venta de sus cachorros, a costa de su organismo y de su situación de encierro (¿hace falta que nuestro perro sea “de raza”, o podemos adoptar uno de tantísimos que no tienen hogar?)…
  • A los que deglutimos sin darnos cuenta de que alguien asesinó a ese animal en nuestro nombre, y por eso lo llevamos a la boca como si fuera una fruta: al menos es indispensable tomar conciencia de que NO ES UNA FRUTA: FUE UN SER SINTIENTE COMO NOSOTROS, y si no podemos por el momento evitar comerlo, es necesario RECORDARLO.
A todos ellos y a todos los que no caben en esta lista, pero que en este momento ocupan la pena de mi sentir, plenamente.
Y algo más: a la paloma que maté de un hondazo cuando aún no sabía escribir, le dedico especialmente estas palabras que hoy sí puedo escribir: quiero decirle que sus ojos ausentes me enseñaron ese día el valor increíble, conmovedor y misterioso que tiene la mirada inocente de cualquier animal VIVO.
GRACIAS a todos los animales humanos que trabajan para que todo esto VAYA DEJANDO DE SUCEDER: para que seamos cada vez más humanos, y mejores animales. 
ME COMPROMETO A NO MIRAR NUNCA HACIA OTRO LADO SI UNO DE ELLOS SUFRE.

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