Impacto ambiental del aumento de las temperaturas
El impacto ambiental del aumento de las temperaturas por el avance del cambio climático es, sin duda, uno de los grandes misterios que la ciencia está intentando dilucidar.
Si bien se saben cuáles serán las consecuencias generales, el desafío se encuentra en conocer cuándo se producirá y de qué modo concreto afectará a unas u otras regiones.
Igualmente, la meta está en poder pronosticar de qué modo el caos provocado por el cambio climático provocará reacciones a distintos niveles, muchas de ellas en cadena, asociadas de forma directa o indirecta.
Son muchos los interrogantes, en suma, que todavía necesitan respuesta, pero también es posible determinar, grosso modo, cuál será el impacto ambiental que se espera. Será en estas conclusiones generales en las que nos centraremos.
Un aumento de 4 grados para 2100
Si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen al ritmo actual, el escenario es muy pesimista. Sin embargo, también es cierto que los científicos trabajan con modelos determinados, en función de los cuales obtienen unas conclusiones determinadas. Por lo tanto, no puede afirmarse que a finales de siglo se alcanzarán unas determinadas temperaturas como pronóstico inamovible.
La razón es sencilla: en caso de que las condiciones contempladas en el modelo o patrón empleados para realizar la investigación variasen de forma significativa por cualquier motivo (como una menor emisión de gases de efecto invernadero por un cambio de modelo energético o, por ejemplo, por el descubrimiento de nuevas tecnologías, etc.) su confiabilidad sería menor, lógicamente.
Aclarado esto, veamos qué impacto ambiental se espera cuando aumenten las temperaturas, según la ciencia. Para ello, citemos el pronóstico del IPCC, el grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático o Intergovernmental Panel on Climate Change, de ahí sus siglas.
Aclarado esto, veamos qué impacto ambiental se espera cuando aumenten las temperaturas, según la ciencia. Para ello, citemos el pronóstico del IPCC, el grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático o Intergovernmental Panel on Climate Change, de ahí sus siglas.
El IPCC estima que la temperatura de la Tierra podría aumentar 4 grados centígrados de promedio hacia 2100. En el mejor de los casos, lo hará en torno a los 2 grados, con respecto a la temperatura que había en la era pre-industrial.
Otros estudios igualmente rigurosos esperan temperaturas superiores en determinadas regiones del planeta, pudiendo subir 6 grados centígrados o incluso sumar 8 grados más al mercurio. Así lo ha concluido recientemente, por ejemplo, el nuevo estudio presentado por el Banco Asiático de Desarrollo (BAD), en el que analizaba las consecuencias del cambio climático en Asia y el Pacífico.
¿Qué sucedería si aumentara 2 grados la temperatura?
Sin embargo, no es necesario pintar un escenario tan dramático para que el planeta (incluidos ecosistemas naturales y humanos) sufra grandes impactos. Si aumentara 2 grados la temperatura media del planeta, algo que se intenta evitar coordinando esfuerzos globales, las consecuencias serían irreversibles.
Sin embargo, de seguir al ritmo actual de emisiones, sobrepasaremos este límite para 2050, según el IPCC. Es decir, estamos bordeando esa línea roja, y ese punto de no retorno significará un incremento de problemas ambientales que ya se están sufriendo, aumentando su intensidad y frecuencia (eventos extremos), así como la aparición de otros nuevos.
Algunos, previsibles, pero no todos, con lo que su aparición en tal o cual región de forma permanente o temporal hará acto de presencia de forma azarosa o, si se quiere, siguiendo una lógica que escapa a la ciencia. El símil de la ruleta rusa, en este caso, podría servir para entender de qué se trata.
Eventos extremos y otras consecuencias del cambio climático
Las consecuencias de este fenómeno ambiental causado por el calentamiento global abarcan un amplio abanico de cuestiones.
Entre otras: reducción de recursos básicos, propiciando crisis hídricas, alimentarias u otras, así como sequías, olas de calor, más incendios, mayores inundaciones, subida del nivel del mar, alteraciones en los ecosistemas y reducción del potencial que tienen distintos sumideros de carbono naturales, como la vegetación o los océanos.
El alcance del su impacto variará en las distintas regiones del planeta, puesto que el cambio climático se caracteriza por tendencias generales que varían a nivel local de un modo mucho más imprevisible cuando queremos realizar pronósticos dentro de una determinada fecha.
A largo plazo, sin embargo, la ciencia ha pronosticado la desaparición de numerosas islas y ciudades costeras, bien por quedar bajo las aguas o por sufrir eventos extremos que las hacen inhabitables, por ejemplo, la falta de agua o una climatología extrema.
Ambientalmente estos cambios supondrán grandes transformaciones a nivel geográfico en cuanto a fauna y flora (Un Ártico verde y una Europa cada vez más cálida, afectada por el fenómeno de la desertificación, por ejemplo), tanto por migraciones como provocando extinciones y también beneficios para algunas especies. Actualmente, el aumento de las temperaturas está ya reduciendo el tamaño de distintos animales.
El ser humano también sufrirá más muertes por carestías de alimentos y agua producidas por eventos extremos, así como migraciones climáticas. Se espera un aumento masivo de refugiados climáticos en México y Centro de América, África Oriental y el este de Asia, si bien será un fenómeno generalizado que no puede circunscribirse a estas áreas. Movimientos humanos que, a su vez, también supondrán impactos ambientales.
A ello hay que unir otros factores que también influyen en esas consecuencias, como es el aumento de la contaminación o el avance de la sexta gran extinción masiva, cuyo impacto ambiental está siendo tremendo. Es decir, será para absorber el CO2 de la atmósfera.
La solución, como suele ocurrir en otras áreas de la ecología, requiere de una reacción decidida que bien podríamos definir como revolucionaria. No valen soluciones a medias. Solo una reacción única, que tuviera como pilares el cambio de modelo energético y de consumo, podría hacer una diferencia.
Tal es el propósito del Pacto climático alcanzado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, si bien todavía tiene muchas debilidades. Entre otras, el anuncio de abandonarlo de los Estados Unidos, así como no tener un carácter vinculante o la fijación de objetivos más concretos y, por otro lado, de cumplimiento obligatorio.
Su objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados, por lo tanto, no es casual. Idealmente, se busca que el aumento no supere los 1,5 grados centígrados. Porque, en definitiva, evitar el impacto ambiental del aumento de las temperaturas significa preservar el equilibrio del planeta y, por lo tanto, el mundo tal y como lo conocemos.
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