Qué es la contaminación: tipos, problemas y soluciones
La contaminación es un término muy amplio, que podemos definir grosso modo como todo aquello que altera nuestro entorno, ocasionando problemas ambientales y/o de salud pública.
Lógicamente, se trata de una definición muy general, pero nos sirve para situarnos en el punto de partida de la cuestión. En este post vamos a definir de forma más detallada el término, enfocándolo a la tipología, problemas y soluciones.
Qué es la contaminación
Aunque sea habitual relacionar contaminación y sustancias químicas, sobre toro porque liberarlas en el medio ambiente significa polucionar, hay que tener presente que la naturaleza de la contaminación va más allá de eso.
De hecho, los contaminantes pueden ser de origen natural o artificial, químico o biológico, incluso tóxico o no. En otras palabras, contaminación no siempre es sinónimo de toxicidad, pues también puede estar relacionada con el aumento de la concentración de un determinado elemento o, por qué no, con la interacción producida con otro factor.
Igualmente, la valoración de un determinado entorno variará en función de nuestro objetivo. Si de lo que se trata es de preservar nuestra salud, en particular, tendremos en cuenta variables relevantes con respecto a este objetivo. No siempre serán las mismas, lógicamente, que si nos centramos en la salud de la población, de un grupo concreto o de un ecosistema.
También será distinto el análisis si la meta es cuidar el planeta, pongamos por caso. Así pues, hechas estas salvedades teóricas, pasemos a lo que suele significar la palabra contaminación.
Por lo general, la contaminación suele aludir a la introducción de un elemento que resulta perjudicial en un determinado entorno, a menudo sustancias de origen químico que se encuentran suspendidas en el aire o que tienen la forma de objetos…
Es decir, en la práctica, hablar de contaminación significa señalar alguna actividad humana la produce. El resultado son desechos liberados en el medio natural sin que éstos puedan biodegradarse con relativa rapidez para así permitir al entorno deshacerse de ellos naturalmente dentro de un plazo asumible por el entorno.
Es decir, en la práctica, hablar de contaminación significa señalar alguna actividad humana la produce. El resultado son desechos liberados en el medio natural sin que éstos puedan biodegradarse con relativa rapidez para así permitir al entorno deshacerse de ellos naturalmente dentro de un plazo asumible por el entorno.
En caso de poderse llevar a cabo una recuperación del entorno dentro de plazos cortos, se trataría de una contaminación temporal, que incluso podría considerarse sostenible. Todo dependerá, lógicamente, de la valoración que merezca cada caso.
Tipos de contaminación
Como hemos apuntado, existen distintos tipos de polución. Una de las contaminaciones principales es la polución atmosférica, lo cual supone una peor calidad del aire que respiramos y/o, por ejemplo, una mayor cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero.
El aire puede polucionarse por desechos domésticos e industriales o, por ejemplo, por actividades agrícolas, sin olvidar las ondas electromagnéticas y, cómo no, la polución que procede de los medios de transporte que utilizan combustibles fósiles.
La polución del agua es otro tipo de contaminación, conllevando tanto una peor calidad del agua que bebemos o en la que nos bañamos. Igualmente, la polución del agua conlleva un problema ambiental que afecta a flora y fauna, así como al ecosistema en su conjunto.
A su vez, el agua puede contaminarse por la presencia de productos químicos procedentes de pesticidas o fertilizantes, entre otros productos sintéticos o de otro tipo que proceden de la industria. Sin olvidar posibles fugas de crudo, con resultados dramáticos.
Beberla o utilizarla para regar cultivos puede suponer un serio riesgo para la salud. Al tiempo, los residuos orgánicos o químicos están presentes en las aguas residuales, que no siempre se depuran, con lo que ensucian ríos y mares.
La polución acuática, por otro lado, está relacionada con los ruidos, un elemento contaminante también a nivel atmosférico, lógicamente. Y, por último, citaremos la contaminación del suelo, con una casuística similar a los anteriores tipos.
Problemas y soluciones
El problema que supone la polución puede entenderse a dos niveles: ambiental y de salud pública. Con respecto a las consecuencias de la contaminación para el entorno, además de los daños del ecosistema a nivel de flora y fauna, más localmente, está la repercusión que ello suponga a más gran escala. Ya sea por la interacción con otros entornos como, pongamos por caso, por la huella de carbono que supone.
La salud pública puede verse amenazada de forma general, con efectos a corto, medio y largo plazo, directos e indirectos, como ocurre cuando las emisiones de gases de efecto invernadero se disparan y aceleran el cambio climático. En otro orden de cosas, la polución a nivel del suelo, agua o aire es una amenaza para la salud.
Son muchas las enfermedades de distinta gravedad que trae o agrava la polución, en sus distintas formas. En este sentido, la ciencia no deja de hacer preocupantes descubrimientos.
Las soluciones, por último, suelen buscar tanto la prevención como la mitigación. No se trata, en suma, de acabar con el problema de forma radical ni definitiva. Sencillamente, porque este planteamiento no resulta factible en la gran mayoría de los casos. Bien por desidia política, por falta de fondos, de ideas o, como tantas veces ocurre, porque el problema es demasiado grande para abordarlo con éxito en su totalidad.
La implementación de políticas orientadas a tal fin es fundamental para lograrlo, así como la concienciación social que haya al respecto. No cabe duda de ello, pero tengamos en cuenta que se trata de un problema complejo, que requiere actuar en distintos frentes y realizar cambios profundos que son difíciles de llevar a cabo.
Aun en el caso de que se quiera apostar por un entorno libre de polución, situación por otro lado poco frecuente, las dificultades son muchas. La innovación tecnológica ayuda a conseguirlo, por otra parte. Sin embargo, las soluciones no suelen llegar a tiempo, ni ser todo lo efectivas que debieran.
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