Mejorar el etiquetado para tirar menos alimentos
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Los desperdicios alimentarios no siempre están justificados. En realidad, casi nunca, pues una mayor concienciación y mejor organización a nivel industrial, profesional y también doméstico podrían minimizarlos de un modo pasmoso.
Con el fin de poder evitarlos, de dar un respiro al planeta y no ser gravemente irresponsables en un mundo donde millones de personas mueren de hambre, esta semana se ha dado un paso adelante con una curiosa propuesta.
Curiosa y práctica, que consiste en la implementación de cambios en el etiquetado para que la conveniencia o necesidad de descartar o no un alimento sea una decisión consciente. Se busca con ella evitar equívocos para que éstos no se transformen en decisiones sistemáticas de tirarlos.
Ya sea por dudar sobre su seguridad alimentaria o por considerarse erroneamente que no pueden consumirse, los alimentos en muchas ocasiones se tiran, cuando podrían consumirse sin problemas.
Con este objetivo se busca mejorar la formación de los consumidores son dos de las claves en la lucha contra el desperdicio alimentario en España. Un grave problema que traducido en cifras asusta, pues cada año se tira a la basura 7,7 millones de toneladas de comida.
Tal fue la conclusión principal a la que se llegó en el foro Save Food 2016, celebrado en Madrid por la FAO, la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura y, entre otras entidades, la Asociación de Empresas de Gran Consumo (Aecoc).
El evento, que reunió a 300 representantes de las instituciones públicas, la industria, la distribución y las asociaciones de consumidores subrayó la importancia de tener en cuenta la confusión que reina entre los consumidores a la hora de dilucidar cuando un alimento es apto para su consumo.
Entender el etiquetado, la clave
Los expertos participantes destacaron como problema clave el problema habitual entre los consumidores a la hora de diferenciar la fecha de caducidad de la fecha de consumo preferente es una de las cuestiones que han centrado los debates.
El concepto de fecha de consumo preferente lleva a mucha confusión, según se concluyó también en el evento. De acuerdo con los expertos, el hecho de que un producto haya sobrepasado la fecha de consumo preferente no significa que deba retirarse.
No comerlo solo por esta razón significa, simplemente, aumentar los desperdicios sin necesidad alguna. Muy al contrario, estos productos pueden comerse sin problema, pues son aptos para su consumo.
La participación y presidencia de la reina Letizia del evento, embajadora especial de la FAO, fue una de las presencias más destacadas. En concreto, la reina destacó la importancia de que el consumidor comprendiera la información que se incluye en las etiquetas.
“Sabéis que el consumidor se detiene poco tiempo a leer el etiquetado. Si se detuviera más, ¿entendería lo que está leyendo?”, dijo. A su vez, criticó el uso de términos especializados como la dextrosa para evitar hablar de azúcar, entre otros aspectos que se traducen en una deficiente información.
Los representantes de los consumidores, concretamente la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop), consideraron que hay “muchísima confusión” en el etiquetado. Entre otros problemas, se criticó que hubiera “demasiados componentes” o el hecho de que el tamaño de la letra por lo general sea demasiado pequeño.
Con respecto al consumo preferente, se trajo a colación el debate que existe sobre la conveniencia de incluir el término cuando se mantienen en perfecto estado durante mucho tiempo, así como la posibilidad de hacer donaciones de los mismos a entidades sin ánimo de lucro.
En definitiva, los aspectos debatidos no buscan solucionar el problema del exceso de residuos alimentarios de forma integral, qué duda cabe, pero sí de dar un paso más en esta dirección. No en vano, se trata de un problema complejo que requiere de actuaciones en muy distintos puntos.
Otras ideas para no tirar tanta comida
Los frigoríficos colectivos son otro intento de no tirar tanta comida. En este caso no se trata de una solución oficial, sino espontánea, basada en una sencilla idea: aportar y aprovechar lo que otros ofrecen para que estas neveras abiertas resulten útiles y al tiempo eviten tener que tirar comida caducada.
Pero no solo eso, porque también ofrece la posibilidad de contribuir con alimentos que sin necesidad de tener próxima la caducidad no vayan a consumirse por salir de viaje o por cualquier otra razón.
Un trueque libre que tiene su punto divertido, por lo que la idea en sí puede inspirarnos también para hacer lo propio en nuestro entorno. Sin necesidad de nevera, incluso, intercambiando estos u otros alimentos, – ya sean platos cocinados o ingredientes-, con vecinos o familiares, pongamos por caso.
Y, por supuesto, conocer algunos trucos para no acabar tirando comida a la basura de forma sistemática. Con ello logramos tanto ahorrar un buen dinero como aprovechar mejor nuestros alimentos. No solo se trata de comprar lo justo, ser organizados o saber descifrar el etiquetado.
Además, es esencial saber cómo conservar los alimentos para prolongar su frescura. También con el objetivo de decidir qué alimentos refrigerar o congelar, pongamos por caso, en función de distintas circunstancias. Por último, el aprovechamiento de los restos de comida para hacer compostaje doméstico es otra manera de sacar partido a la basura orgánica.
Sin embargo, no cabe duda de que la mejor manera de hacer un uso ecológico de los alimentos es evitar llegar hasta ese punto. Como mal menor, eso sí, tiene su utilidad. Es decir, aceptamos cangrejo como animal de compañía.
Con este objetivo se busca mejorar la formación de los consumidores son dos de las claves en la lucha contra el desperdicio alimentario en España. Un grave problema que traducido en cifras asusta, pues cada año se tira a la basura 7,7 millones de toneladas de comida.
Tal fue la conclusión principal a la que se llegó en el foro Save Food 2016, celebrado en Madrid por la FAO, la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura y, entre otras entidades, la Asociación de Empresas de Gran Consumo (Aecoc).
El evento, que reunió a 300 representantes de las instituciones públicas, la industria, la distribución y las asociaciones de consumidores subrayó la importancia de tener en cuenta la confusión que reina entre los consumidores a la hora de dilucidar cuando un alimento es apto para su consumo.
Entender el etiquetado, la clave
Los expertos participantes destacaron como problema clave el problema habitual entre los consumidores a la hora de diferenciar la fecha de caducidad de la fecha de consumo preferente es una de las cuestiones que han centrado los debates.
El concepto de fecha de consumo preferente lleva a mucha confusión, según se concluyó también en el evento. De acuerdo con los expertos, el hecho de que un producto haya sobrepasado la fecha de consumo preferente no significa que deba retirarse.
No comerlo solo por esta razón significa, simplemente, aumentar los desperdicios sin necesidad alguna. Muy al contrario, estos productos pueden comerse sin problema, pues son aptos para su consumo.
La participación y presidencia de la reina Letizia del evento, embajadora especial de la FAO, fue una de las presencias más destacadas. En concreto, la reina destacó la importancia de que el consumidor comprendiera la información que se incluye en las etiquetas.
“Sabéis que el consumidor se detiene poco tiempo a leer el etiquetado. Si se detuviera más, ¿entendería lo que está leyendo?”, dijo. A su vez, criticó el uso de términos especializados como la dextrosa para evitar hablar de azúcar, entre otros aspectos que se traducen en una deficiente información.
Los representantes de los consumidores, concretamente la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop), consideraron que hay “muchísima confusión” en el etiquetado. Entre otros problemas, se criticó que hubiera “demasiados componentes” o el hecho de que el tamaño de la letra por lo general sea demasiado pequeño.
Con respecto al consumo preferente, se trajo a colación el debate que existe sobre la conveniencia de incluir el término cuando se mantienen en perfecto estado durante mucho tiempo, así como la posibilidad de hacer donaciones de los mismos a entidades sin ánimo de lucro.
En definitiva, los aspectos debatidos no buscan solucionar el problema del exceso de residuos alimentarios de forma integral, qué duda cabe, pero sí de dar un paso más en esta dirección. No en vano, se trata de un problema complejo que requiere de actuaciones en muy distintos puntos.
Otras ideas para no tirar tanta comida
Los frigoríficos colectivos son otro intento de no tirar tanta comida. En este caso no se trata de una solución oficial, sino espontánea, basada en una sencilla idea: aportar y aprovechar lo que otros ofrecen para que estas neveras abiertas resulten útiles y al tiempo eviten tener que tirar comida caducada.
Pero no solo eso, porque también ofrece la posibilidad de contribuir con alimentos que sin necesidad de tener próxima la caducidad no vayan a consumirse por salir de viaje o por cualquier otra razón.
Un trueque libre que tiene su punto divertido, por lo que la idea en sí puede inspirarnos también para hacer lo propio en nuestro entorno. Sin necesidad de nevera, incluso, intercambiando estos u otros alimentos, – ya sean platos cocinados o ingredientes-, con vecinos o familiares, pongamos por caso.
Y, por supuesto, conocer algunos trucos para no acabar tirando comida a la basura de forma sistemática. Con ello logramos tanto ahorrar un buen dinero como aprovechar mejor nuestros alimentos. No solo se trata de comprar lo justo, ser organizados o saber descifrar el etiquetado.
Además, es esencial saber cómo conservar los alimentos para prolongar su frescura. También con el objetivo de decidir qué alimentos refrigerar o congelar, pongamos por caso, en función de distintas circunstancias. Por último, el aprovechamiento de los restos de comida para hacer compostaje doméstico es otra manera de sacar partido a la basura orgánica.
Sin embargo, no cabe duda de que la mejor manera de hacer un uso ecológico de los alimentos es evitar llegar hasta ese punto. Como mal menor, eso sí, tiene su utilidad. Es decir, aceptamos cangrejo como animal de compañía.
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