América Latina: un continente forrado en basura

América Latina: un continente forrado en basura
La basura es un problema en las calles y ciudades lationamericanas, un riesgo permanente para la salud de las personas y un reto para los gobernantes que continuamente improvisan en medio de planes de recolección y reciclaje que no funcionan e irregularidades que hacen naufragar cualquier intento de armar una infraestructura adecuada.

Los funcionarios son presos del corto plazo, la mayoría sólo se preocupa porque la crisis de la basura no estalle durante su mandato. Lejos de implementar políticas que hagan posible un tratamiento sustentable de los residuos, sólo buscan algún nuevo rincón para enterrar los excedentes una vez que se agota la capacidad de los rellenos sanitarios. Se trata de una situación que está lejos de ser excepcional en la región. El crecimiento de la población en las grandes ciudades, que en las últimas décadas vino acompañado de un aumento sostenido del consumo, provocó un incremento exponencial de la cantidad de basura producida. Pero como ese proceso de expansión no fue compensado por mayores inversiones en infraestructura y planificación para resolver qué hacer con la basura, los depósitos de las principales ciudades latinoamericanas están al borde del colapso, sin que se vislumbre una alternativa.

Desde el año 2017, un informe de la CEPAL advertía: “La basura será un problema grave para Latinoamérica y el Caribe” y agregaban que su mal manejo produciría conflictos económicos, ambientales y sociales “en los años por venir” debido a problemas económicos, ambientales y sociales crecientes para procesar las 450 toneladas diarias de basura que producen sus ciudades. En la región no se recicla más del 2% del total de residuos. Algunos países que superan esa cifra tienen experiencias interesantes. Por ejemplo, en Chile se está tratando de hacer una gestión integral de los residuos, a partir del reciclaje y la reutilización”, según señalaban funcionarios de Cepal, ya para el 2013. La Universidad Nacional Autónoma de México ofrecía este dato: “El caso de México DF es interesante. Hace 25 años desarrolló un esquema de manejo de residuos que reemplazó a los viejos basurales. Se modernizó la recolección y se establecieron tres grandes plantas de separación y un sitio de disposición final”.

Los vaticinios fueron superados por la realidad. En 2018, un informe de la Organización Naciones Unidas (ONU), América Latina y el Caribe sigue reportando que el mayor problema es la existencia de vertederos a cielo abierto. En la región se produce un volumen de casi 540.000 toneladas diarias y se calcula que, para el 2050, la basura producida en esta parte del continente americano llegue a las 671.000 toneladas cada día. Además de la acumulación de estos materiales, el mayor problema es el destino final de los desechos.

Carlos Silva Filho, director presidente de la Asociación Brasileña de Empresas de Limpieza Pública y Residuos Especiales, explicó durante la presentación del informe, que cerca de 170 millones de personas todavía están expuestas a los “graves impactos” que causa la mala gestión de desechos al suelo, aire y agua. Los datos de la Tercera Comunicación Nacional del Ecuador revelan que el sector de residuos es el responsable del 4,19% del total de emisiones netas.

Según Tarsicio Granizo, ministro de Ambiente del Ecuador, la gestión de los desechos sólidos es un fuerte dolor de cabeza pues, actualmente, alrededor de la mitad de los municipios aún no cuenta con un manejo adecuado de estos desechos sólidos. De acuerdo a datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los países industrializados logran aprovechar más de la mitad del material reciclable, mientras que en América Latina y el Caribe solo llega a un 14%. Entre las recomendaciones del informe aparece la meta de alcanzar una tasa de recolección del 100%. Esto significa que 41 millones de personas carecen de acceso a la recolección.

El problema de qué hacer con tanta basura, es cierto, angustia al mundo entero. Si la población mundial no deja de crecer, tampoco lo hará el volumen de basura que produce. En 2017 alcanzó un volumen de casi 541.000 toneladas al día. Si se sigue a este ritmo la estimación es que para 2050 se produzcan 670.000 toneladas cada día. Los datos preliminares del informe Perspectiva Global de América Latina y el Caribe, que será publicado este año, indican que la generación de residuos aumenta con el nivel de ingresos; también la complejidad de composición de los mismos: cuanto más rico se es, más plásticos, papeles, vidrios y metales se consumen y desechan; cuanto más pobre, la basura producida tiene más componentes orgánicos.

El índice promedio de cobertura en la región supera 90%, pero puede variar de acuerdo al país y disminuye sensiblemente en las periferias y áreas rurales. “La región ha presentado varios avances en la gestión de residuos sólidos, pero en relación a la disposición final todavía existe un déficit considerable, con más de 145.000 toneladas de basura, cerca de 30% del total, destinadas a lugares inadecuados”, se lee en la web de Naciones Unidas.

Entre los países con mayores dificultades en la gestión de residuos figuran Colombia (donde el problema ha llegado a destituir alcaldes) y México. Sus ciudades están asediadas por la basura que copa las vías mientras solo un pequeño porcentaje de las familias separa y recicla su basura.

Cualquiera puede verlo y ha sido harto reseñado en los medios de comunicación y redes sociales. El asunto es tan serio que vivir de la basura se ha convertido en una actividad más rentable que dedicarse a un trabajo formal. Ha surgido una nueva clase: los “recicladores”, quienes no sólo buscan comida, también recolectan cartón y cualquier artículo que pueda ser vendido. Ellos, ciertamente, han encontrado qué hacer con la basura en medio de la miseria y el deterioro general a pesar de que, por supuesto y aunque trabajen “a cielo abierto”, no sustituirán jamás al reciclaje y a una buena gestión de residuos. Todo lo contrario.

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