CÓMO REDUCIR LOS RESIDUOS MEDIANTE UN REPARTO DE EXCEDENTES ALIMENTARIOS MÁS EFICIENTE

El proyecto SHARECITY identifica y estudia distintas prácticas de economías basadas en compartir comida en diversas ciudades para cuantificar su impacto.

Proyecto para cuantificar el impacto de las iniciativas para compartir alimentos
Cada vez están cobrando mayor relevancia las iniciativas destinadas a compartir alimentos como los huertos comunitarios o los restaurantes y cafés que emplean alimentos que han superado su fecha de consumo preferente para crear menús por los que cada cual paga lo que cree conveniente. Sin embargo, existe muy poca información sobre la naturaleza acumulativa de estas iniciativas dado que en pocas ocasiones se crean análisis comparativos. Esto implica que las consecuencias y el alcance de las distintas iniciativas alimentarias son prácticamente invisibles para gobernantes, alcaldes y ciudadanía en general.
En este sentido, el proyecto SHARECITY clasificó las iniciativas nuevas que se sirven de las TIC para compartir más y que procedían de 100 ciudades y 43 países. Descubrieron que estas iniciativas no tienen lugar solo en «ciudades inteligentes», sino en ciudades que se enfrentan a retos sociales, económicos y medioambientales enormes. Estas iniciativas tienen grandes objetivos pero muy pocas tienen la capacidad para demostrar el impacto de lo que quieren crear.
Para ayudar a que estas redes tengan un impacto mayor, el proyecto está subsanando lagunas en los datos y a tal efecto recopiló información sobre 3.939 iniciativas identificadas y creó una base de datos en línea. Publicada a través del sitio web del proyecto y mediante redes urbanas y de difusión, esta base de datos en línea recibió más de 2.670 visitas de 1.647 usuarios únicos de 71 países de todo el mundo (como Corea del Sur, México, Brasil o Senegal) en los tres primeros meses tras su lanzamiento.

REDES DE DIFUSIÓN

En un estudio publicado recientemente por el equipo del proyecto, se analizaron los logros de las redes de difusión de comidas en 100 zonas urbanas. Tal y como explican los autores, han adoptado información conceptual en la frontera entre los métodos prácticos social y económico. La base de datos resultante amplía el conocimiento que se posee sobre las formas en las que los alimentos —y las capacidades, las herramientas y los espacios— se comparten en distintos entornos urbanos.
Cuantificar el impacto de estas iniciativas ayudaría a evitar su invisibilidad para los gobernantes y la sociedad en general
Sus resultados ponen de manifiesto el importante papel desempeñado por las TIC, ya que para incluirse en la base de datos las iniciativas debían tener una página de Facebook, un perfil de Twitter o en la plataforma Meetup. Si bien el uso de sitios web suele ser dominante, el equipo descubrió que varios grupos empezaban a utilizar aplicaciones y plataformas interactivas para compartir y obtener comida. Por ejemplo, Byhøst (City Harvest), en Copenhague (Dinamarca), utiliza su aplicación para difundir información sobre recolección urbana y de plantas silvestres, mientras que Wild Food, en Houston (Estados Unidos), se sirve de su aplicación para compartir información sobre plantas comestibles.
El trabajo cartográfico realizado por el proyecto arroja luz sobre el «problema de la invisibilidad». Esto podría dar lugar a una nueva intervención en un área que corre el peligro de descartarse como experimentos minoritarios interesantes pero sin consecuencias en un panorama dominado por las multinacionales agroalimentarias.

TECNOLOGÍAS Y COMPROMISO HUMANO

En último término, la base de datos permite realizar un análisis más consistente y comparable de cómo espacios, trabajo y capacidades en torno a la comida se pueden movilizar, adquirir, alcanzar, financiar y distribuir. Llama la atención sobre la combinación de tecnologías y compromiso humano que representa este tipo de iniciativas. El componente informático en particular ilustra el grado en el que se aprovecha la tecnología para compartir comida. Esta capacidad pude reconfigurar el orden socioeconómico prevalente y las infraestructuras técnicas que lo sustentan.
En definitiva, SHARECITY (Assessing the practice and sustainability potential of city-based food sharing economies) identifica y estudia distintas prácticas de economías basadas en compartir alimentos en las ciudades. Lo logra determinando primero su forma, su función y su gobernanza, para a continuación medir su impacto y potencial para reorientar prácticas de alimentación.

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