Que cada dia sea 5 de Junio....

10 razones para celebrar diariamente el Día del Medio Ambiente 













Cada día tiene que ser un Día del Medio Ambiente, porque si seguimos la senda actual de degradación ambiental llegará un momento en el que la naturaleza, tal y como lo conocemos hoy, no existirá más que en acotados e islas de biodiversidad.
Parece una exageración, un razonamiento mil veces esgrimido al estilo del “que viene el coco” de nuestras madres para conseguir que nos comportáramos.
Pero para justificar nuestra posición como sociedad ante la degradación ambiental que estamos sufriendo existe una metáfora aún mejor, se trata del síndrome de la rana hervida, o la adaptación a amenazas crecientes. Esta se basa en que si ponemos una rana en una olla con agua hirviendo esta inmediatamente saltará para ponerse a salvo. Pero si la introducimos en agua a temperatura ambiente se quedará tranquila, y cuando empecemos a calentar el agua, la rana no se dará cuenta del peligroso final que le acecha y terminará hervida.

Por ello te proponemos 10 razones para no celebrar el Día del Medio Ambiente el 5 de junio de cada año, si no hacerlo cada día:

La naturaleza como fuente de productos.
Piensa en algo que tengas ahora a tu alcance, cualquier cosa. A no ser que tengas un meteorito o un alienígena, todo lo demás proviene de la naturaleza. Con menor o mayor grado de procesamiento, pero es un producto del medio ambiente que nos rodea. Y muchos de ellos, en una escala de tiempo humana, son finitos y no renovables.

La naturaleza es el medio donde vivimos.
Parece una obviedad, pero no lo es. Vivimos sobre la naturaleza, sobre el medio ambiente e igual que no quitarías piezas a un avión en vuelo para fabricar algo que te hiciera falta, no debemos menoscabar la propia integridad del medio sobre el que vivimos para conseguir productos o servicios.

La naturaleza es el destino de nuestros desechos.
Otra maravilla que se produce en la naturaleza es la capacidad de convertir nuestros propios desechos en alimento, como si se tratara de una máquina de movimiento continuo que utiliza sus propios productos como combustible. Pero esta máquina perfecta tiene unos límites que no debe sobrepasar.

La naturaleza es un entorno hostil.
La naturaleza no es amable. Llevamos miles de años, generación tras generación, luchando para adaptarla a nuestras necesidades y aún nos quedan miles de años por delante. Cualquier sequía, terremoto o tsunami nos vuelve a recordar sin miramientos lo poco que vale nuestra vida frente a las fuerzas de la naturaleza.

La naturaleza es un sistema complejo.
Todos los días se realizan descubrimientos científicos por todo el mundo que nos ayudan a comprender mejor los mecanismos de funcionamiento del medio en el que vivimos. Y al mismo tiempo nos recuerdan los millones de mecanismos que aún no conocemos. Todo esto implica que las alteraciones que hoy producimos en el medio, mañana pueden tener resultados totalmente insospechados.

La educación como valor a largo plazo.
El único valor seguro a largo plazo que nos permitirá confiar en el futuro del sistema Tierra en el que habitamos es la educación. Educar en el respeto al medio ambiente es plantar la semilla en las mentes de los futuros gobernantes de nuestro planeta.

El medio ambiente está en cada gesto.
Desde que te levantas por la mañana y pones un pie en el suelo estas tomando decisiones que afectan al medio ambiente. El tiempo que pasas en la ducha, la marca de tu desodorante o el tipo de café que desayunas son opciones que en la sociedad de consumo en la que vivimos marcan el destino de nuestros recursos y entorno natural.

Somos la especie con mayor potencial.
Somos la especie sobre la Tierra con mayor potencial para cambiar nuestro entorno y alterar las relaciones entre todas las demás especies, pero como dijo Franklin D. Roosevelt (aunque la cita la recordemos más por un conocido superhéroe): “un gran poder conlleva una gran responsabilidad.”

La naturaleza como disfrute.
La naturaleza nos ofrece un lugar perfecto para disfrutar, ya sea en la playa o la montaña, caminando por el monte o sintiendo la brisa. Y curiosamente, en muchos de esos privilegiados espacios naturales no nos gusta encontrarnos con las huellas de nuestro paso en forma de basuras o destrozos.

La naturaleza como compañera de viaje.
Hasta que consigamos independizarnos de nuestro planeta Tierra no nos queda otro remedio que seguir como compañeros de viaje. Y como esa posible independencia aún no se ve plasmada más que en la imaginación de los más audaces, nos conviene egoístamente hablando, conservar el Medio Ambiente en el mejor estado posible.


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