¿Es la incineración del plástico la solución?
Nos estamos quedando sin espacio para esconder toda la basura que generamos. Encontrar ubicación para nuevos vertederos es cada vez más complicado, no los queremos cerca de nuestras casas. Por lo que quemar la basura parece ser una buena solución. Reciclar todo lo que se pueda y lo que no ¡a la hoguera!
Además, al incinerar los residuos se obtiene energía, lo que se conoce como valorización energética. Esto es por lo que los países europeos más “evolucionados medioambientalmente” están apostando. Países como Alemania, Suecia y Noruega no tienen vertederos. En Holanda, Suiza o Bélgica apenas el 1% de la basura acaba enterrada. En estos países sobre un 50% de sus residuos son incinerados.
En Suecia el 25% de la calefacción urbana proviene de la energía generada al quemar la basura y en Dinamarca un 5% de la electricidad del país y un 20% de la calefacción.
Eliminar los residuos y obtener energía. Reciclar lo reciclable y quemar lo irreciclable. Suena perfecto. Y esto es por lo que apuesta la Unión Europea, donde hay incentivos y subsidios para la construcción de incineradoras y además la energía que se genera en ellas se considera como renovable.
En el paquete de medidas de la Economía Circular del Parlamento Europeo se propone que para el 2030 estén prohibidos los vertederos (excepto para los residuos peligrosos y remanentes). Las imágenes de pájaros revoloteando al lado de montañas de basura van a ser cosa del pasado.
Pero, ¿es todo tan prometedor como parece?
Lo primero que se nos puede venir a la cabeza es la contaminación del aire.
Hay numerosos estudiosque indican que no contaminan el aire tanto como podríamos pensar.
Hay hasta quien hasta afirma que “La emisión de dioxinas de la combustión de un cigarrillo es igual a la combustión de una incineradora en un año”.
Sea como sea, las incineradoras poco a poco están perdiendo la mala fama que tenían en el pasado.
En Copenhague se está construyendo una cerca del centro de la ciudad. Diseñada por un prestigioso arquitecto quieren que forme parte de la ciudad, no quieren esconderla. Es una manera de demostrar que han encontrado una solución a un problema tan sucio como la basura sin suponer un riesgo la salud de la población.
La gran mayoría de grupos ecologistas están en su contra, el principal motivo es por la contaminación del aire.
Con la combustión se producen dioxinas, un grupo de compuestos químicos que son contaminantes ambientales persistentes (COP) y que pueden ser cancerígenos.
Aunque siempre va a existir el riesgo, las plantas de incineración modernas parece ser que han solucionado el problema y que los gases salientes están “exentos” de contaminantes.
Pero aún así la gestión de los residuos es mucho más complicada de lo que puede parecer a simple vista. Hay muchos factores a tener en cuenta.
Construir incineradoras es muy costoso, y para rentabilizarlas es necesario que estén a pleno rendimiento.
Esto hace que muchas veces los residuos realicen largos viajes antes de ser gestionados. Las incineradoras de Suecia tratan residuos que vienen de otros países, como del Reino Unido e Irlanda. Lo mismo ocurre con las de Alemania. En España, la incineradora de Mallorca tiene mayor capacidad que los residuos que se generan en la isla, por lo que ha recogido residuos de Sabadell e Italia.
A nosotros no nos parece muy sostenible que la basura tenga que viajar tantos kilómetros para ser tratada. Además, esto no se hace por ayudar a otros países a gestionar su basura, sino por puro interés económico. La gran mayoría de estas incineradoras son de gestión privada por lo que deben producir beneficios y cuanto más se queme mejor.
El interés económico también influye mucho en la a cantidad de plásticos reciclados. Si el precio del barril de petróleo es bajo sale mucho más económico utilizar materia prima virgen que material reciclado. En Estados Unidos muchas plantas recicladoras privadas han tenido que cerrar por este motivo. El poco mercado existente para el plástico reciclado, lo complicado que es reciclar muchos tipos de plástico y su gran poder de combustión lo pueden convertir en carne de cañón para las incineradoras.
Las incineradoras no eliminan la necesidad de rellenos sanitarios (vertederos).
No nos deshacemos de la basura ni quemándola. Según el libro la Historia de las Cosas por cada 3 toneladas de desechos que se introducen en una incineradora se obtiene 1 tonelada de escorias y cenizas que hay que tratar. El 10% de estas cenizas se quedan volando en el aire y son muy tóxicas y difíciles de gestionar. Todas las cenizas son tratadas como residuos peligrosos.
Las incineradoras contaminan y con el proceso de combustión produce contaminantes artificiales muy tóxicos.
El fuego no es purificador. Imagina la gran cantidad sustancias químicas que tienen muchos plásticos, al quemarlas se transforman en sustancias todavía mucho más tóxicas. Por ejemplo, al quemar productos que contienen cloro, como el PVC, se liberan las terribles dioxinas. Aunque fuera cierto que los gases salientes están exentos de contaminantes, las cenizas y escorias son altamente tóxicas y, aunque se traten como residuos peligrosos, siempre se corre el riesgo de que éstos no sean tratados correctamente o que por accidentes acaben contaminando el agua y el suelo.
No todas las incineradoras son igual de seguras y eficientes.
Puede que en Dinamarca estén orgullosos de sus plantas incineradoras, pero otros países como China no pueden sacar pecho, en muchas ocasiones los niveles de contaminantes de los gases salientes son mayores de los permitidos.
Además, cuando se quema materiales inflamables como plásticos, papeles, telas o restos de madera no hay problema porque tienen un gran poder de combustión pero para otros tipos de residuos menos inflamables hay que usar combustible para quemarlos. En China, por ejemplo, está permitido el uso de carbón, algunos operarios han reconocido añadir casa la misma cantidad de carbón que de basura, excediendo el límite del 20% fijado por el gobierno central. Sí, es paradójico , al final es como si fueran centrales de carbón camufladas, que es lo que se está intentando evitar.
La incineración de residuos en cementeras supone también un gran peligro. Son empresas creadas con otros fines que utilizan residuos para ahorrar combustible y para llevarse subvenciones por gestionar estos residuos. Las instalaciones que tienen no deben de ser seguras y tampoco debe de ser fácil de controlar las emisiones que producen.
Aunque fueran seguras nunca serían sensatas.
Esto es lo que afirma el Doctor Paul Connet que lleva desde 1985 estudiando los peligros de la incineración. Es inconcebible invertir cientos de millones de euros en el desarrollo de máquinas concebidas para destruir recursos.
Por este motivo las organizaciones de residuo cero, como Zero Waste Europe, no ven la incineración con buenos ojos. Los recursos utilizados en las incineradoras no se van a poder usar de nuevo, no es para nada el tipo de economía circular por lo que apuestan. A nosotros nos ha sorprendido lo poco ambicioso que es el paquete de medidas de la Economía Circular del Parlamento Europeo en lo que se respecta a la reutilización de envases, fijando un objetivo de un 5% para el 2025 y un 10% para el 2030. Creemos que a la reutilización no se le está dando el protagonismo que merece. Es algo tan básico como efectivo. Un 5-10% es ridículo.
A nosotros nos encantaría que se pensara más en el origen, y no en el final de la cadena. Se deberían empezar a tomar todas las medidas oportunas para que no pudiera salir al mercado ningún producto que no pueda ser reusado, fácilmente reciclado o compostado. Y no creemos que esto sea nada utópico. En el momento que se consiga, las incineradoras serán parte del pasado. La Copenhague se podría convertir en parque temático para explicar lo primitivos que éramos en el pasado cuando preferíamos quemar los recursos finitos de nuestro planeta en lugar reaprovecharlos.
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